La Polarización Política Hoy

Original in English

Una entrevista con Chris Caruso y Sheilah Garland-Olaniran

Nota de traduccion: traducimos la palabra organize como organizar, es decir, el trabajo organizativo de desarrollo de bases y construccion de liderazgo entre los pobres y desposeidos, con un fin político. Tambien se le conoce como militancia. la palabra organizer fue traducida como organizador/a, referente a la persona que organiza. En algunas regiones se conoce como lider social o militante. 

Este momento político está repleto de historias sobre las luchas minuto a minuto dentro del sistema bipartidista y de los cambios que ocurren dentro de cada partido. Estas batallas y rupturas son señales de una época de polarización más profunda de toda la sociedad, que probablemente solo se intensificará. A lo largo de la historia, son exactamente contextos como estos los que han ofrecido una posibilidad real para que los pobres y los desposeídos construyan y ejerzan un liderazgo políticamente independiente. Pero los tiempos de inestabilidad también están llenos de enormes peligros y reacciones. Para avanzar efectivamente durante estos, necesitamos hacer una evaluación seria de la dinámica política que se desarrolla a nuestro alrededor, así como de los cambios económicos que los sustentan.

Para ayudar a tener una vista panorámica del terreno de hoy, hablamos con Chris Caruso y Sheilah Garland-Olaniran, dos militantes/líderes políticos y educadores de mucho tiempo. Los siguientes son extractos transcritos de su conversación, facilitados por Ciara Taylor y Noam Sandweiss-Back.

Ciara Taylor: El statu quo político parece estar llegando a un punto de ruptura en este momento. Hay grandes luchas ocurriendo dentro de los partidos Demócrata y Republicano, y entre ellos. Y si pensamos que en la actualidad cada partido es un instrumento diferente de la clase dominante, podemos apostar que los ricos también están tratando de orientarse y ver cómo maniobrar. ¿Pueden ayudar ustedes dos a analizar algo de lo que está sucediendo dentro del sistema bipartidista, incluida parte de la historia que nos trajo aquí?

Chris Caruso: Puede parecer gracioso responder a esta pregunta comenzando hace 150 años, pero creo que no hay un evento específico que describa mejor la política de este país que la derrota de la Reconstrucción Radical después de la Guerra Civil. La Reconstrucción Radical fue el mayor avance democrático en la historia de nuestro país. Un evento mundial de enorme importancia. Sabemos que en la historia de Estados Unidos, cada vez que hay un avance democrático, hay una ola masiva de reacción. Más que nada, Estados Unidos es un país profundamente reaccionario. 

Los ecos de la Reconstrucción y su derrota se dejaron sentir en la ola de reacción que siguió a los avances del Movimiento de Derechos Civiles, que algunos denominan Segunda Reconstrucción. Hoy en día todavía vivimos en gran medida dentro de las consecuencias reaccionarias de ese avance democrático de la década de 1960, que fue codificado en la política con el nombre de Estrategia del Sur. Esta fue una estrategia muy consciente de las élites del Partido Republicano para ganarse al Sur. Sabían que si controlaban el sur controlarían el país, y le apostaron con toda al racismo. 

El resentimiento racial se convirtió en la estrategia política del Partido Republicano durante generaciones. Y durante generaciones funcionó. El problema es que la demografía del país ha cambiado profundamente. Ya no se puede ganar una elección nacional basada en apelaciones racistas a la gente blanca mayor, porque son un grupo demográfico moribundo. Si miramos la base del Partido Republicano, es principalmente mayor, blanca, masculina, evangélica. Y, en realidad, los republicanos son malos en ganar elecciones nacionales. Han controlado la Casa Blanca durante 12 de los últimos 20 años, pero en solo cuatro de esos años ganaron el voto popular. 

Estas tendencias se deben a cambios demográficos a largo plazo y a la incapacidad de los republicanos de ampliar su base, porque no pueden arriesgarse a perder su base central si dejan de pisar el acelerador de los llamamientos continuos a sus elementos más reaccionarios, racistas, sexistas, atrasados ​​y homofóbicos. Ahora mismo están en una especie de abrazo de muerte con esta base reaccionaria. ¿Por qué? Porque su verdadera agenda política es profundamente impopular. Nadie piensa que los millonarios y multimillonarios deberían obtener billones de dólares en más exenciones fiscales. A nadie le importa la reforma de agravios y la deducción por el margen de interés acumulado, excepto al 1 por ciento más rico de la sociedad.

Los republicanos son ahora un partido explícitamente antidemocrático y no pueden permitir que la mayoría de la gente vote porque si lo hacen, siempre perderán. Entonces, la otra reacción a la pérdida de Trump son casi 400 proyectos de ley estatales para restringir la votación, que se han presentado en los últimos cuatro meses. Si se pudiera evitar que los republicanos manipularan y robaran el voto, serían simplemente un partido remanente en el sur y partes del medio oeste y suroeste.

Con una perspectiva más amplia, la estabilidad del sistema bipartidista se está derrumbando. Esto es un problema para la clase dominante – del tipo de Jeff Bezos, Elon Musk y Jeffrey Epstein – porque necesitan mantener este teatro kabuki del sistema de dos partidos para absorber la disidencia. Howard Zinn decía que el Partido Demócrata es el cementerio de los movimientos sociales. Estos movimientos crecen y se desarrollan, se hacen populares, son absorbidos por la burocracia del Partido Demócrata, y se neutralizan. Tal vez ganen una ley decente o dos como concesión, pero luego su fuerza política independiente es absorbida por el Partido Demócrata. Sin embargo, ahora, el Partido Demócrata tiene que desempeñar todos los papeles. Hoy hay muchos más dineros corporativos yendo a los demócratas porque los ricos necesitan las funciones básicas del gobierno para existir.

Sheilah Garland-Olaniran: Este punto sobre la posición actual de los demócratas es importante. Mirando atrás, existe una relación histórica entre el Partido Demócrata y la clase trabajadora, especialmente a través del sindicalismo, desde la década de 1940 en adelante. Los sindicatos surgieron de un deseo no necesariamente de derrocar a sus empleadores, sino de extraer lo que necesitaban, en términos de alguna medida de igualdad y dignidad, salarios dignos, atención médica, etc. Hubo un momento durante el surgimiento de los sindicatos modernos cuando podrían haberse sumado al movimiento internacional hacia una verdadera revolución de las relaciones laborales, pero no lo hicieron.

Durante la primera mitad de la década de 1950, hubo una sección importante de la clase trabajadora que apoyó al Partido Republicano, porque era el partido de Abraham Lincoln, en particular entre los afroestadounidenses. En la década de 1970 eso cambió, debido a las razones expuestas por Chris, y el Partido Demócrata comenzó a caracterizarse como el partido de los trabajadores y las minorías. Y los sindicatos abrieron las puertas de par en par y dijeron: “Adelante”.

Existe esta noción entre algunos en la izquierda de que el Partido Demócrata se puede reformar; que hay una sección del partido que se puede independizar y que hay gente dentro del partido que puede crear un bloque independiente que esté más a la izquierda de la vieja guardia. También está eso de “unirnos para luchar contra la derecha” y “unirnos para luchar contra el facismo”, lo que creo que nos paraliza en cuestión de nuestra capacidad para formar realmente una independencia de clase. En este marco también terminamos siguiendo a los sindicatos, que a menudo pensamos son la vanguardia, aunque la posición de los trabajadores ha cambiado drásticamente durante la revolución tecnológica actual.  

Lo que la clase dominante debe temer es una insurrección real en este país. Para mantener el control, vemos los estallidos de facismo y represión del estado para garantizar que no haya un centro de liderazgo revolucionario y que la gente vuelva a su posición asustada. Para nosotros y nosotras que estamos comprometidos con el trabajo revolucionario, comprender los matices de la agenda de la clase dominante es fundamental. Necesitamos ser conscientes de quiénes son nuestros enemigos y el poder que ejercen. Pero tampoco podemos olvidar el poder de nuestra unidad como clase. Siempre vuelvo al trabajo del Rev. Dr. Martin Luther King, quien tenía claro que si las y los pobres y desposeídos pueden unirse, podríamos cambiar el curso de la historia. 

CC: Lo que dice Sheilah es absolutamente cierto. Ese miedo al malestar social es muy palpable en este momento. Las polarizaciones profundas en ambas partes son cosas verdaderamente inquietantes. No está del todo claro si los republicanos van a encontrar una manera de rehabilitar o resucitar a su partido. Para el 1 por ciento, algo tiene que cambiar. Así que este será un momento crítico. ¿Permitirán que surja un nuevo partido? ¿Existe la posibilidad de dividir al Partido Demócrata de su postura neoliberal y proempresarial a una más progresista? Parece que estos tiempos están llenos de posibilidades políticas. 

El sistema que han utilizado para intentar mantener el dominio se está derrumbando parcialmente porque la economía ha estado en una crisis a largo plazo. Básicamente, desde 1973, los ricos no han podido proporcionar un nivel de vida creciente para una buena parte de la población estadounidense, como lo hicieron en el período de posguerra después de la Segunda Guerra Mundial. A nuestros hijos e hijas les va peor que a nosotros, y sus posibilidades de movilidad ascendente están cada vez más lejos. Esto presenta un gran problema para la clase propietaria, a pesar de que se han beneficiado enormemente, con billones de dólares en riqueza. Su capacidad para encontrar algún espacio para reformar el capitalismo neoliberal, de modo que pudieran sobornar a un sector significativo de la clase trabajadora para que los apoye, no está presente hoy. 

¿Surgen nuevas ideas de las dos partes? Biden ha reconocido que el efecto derrame nunca funcionó. Eso es muy importante para los demócratas, que han estado atrapados durante mucho tiempo en el desastroso paradigma político de los años de Clinton. La cuestión es si esto marca un cambio real en la política en el futuro, o si este es un estado de excepción porque hemos tenido esta pandemia de 100 años sin precedentes. ¿O entienden que necesitan hacer algo sobre 50 años de salarios estancados? 

También creo que el intento de insurrección del 6 de enero asustó a la clase dominante. Al igual que las protestas de Black Lives Matter del verano pasado. Están comenzando a comprender que si no pueden ofrecer resultados económicos a la gente, generación tras generación, entonces tienen un problema. Esa es una oportunidad para las y los revolucionarios, para las personas que ven que en esta era de crecimiento sin precedentes de las fuerzas productivas no hay razón para que nadie pase hambre. Hoy, la única razón por la que no podemos acabar con la pobreza son las relaciones de propiedad. No es porque no tengamos los medios. Pero objetivamente, es aún más importante para la clase dominante que Jeffrey Epstein pueda comprar una isla privada para violar niños, a que los niños puedan almorzar. Y esa es una posición bastante débil para la clase dominante. 

Noam Sandweiss-Back: Es evidente que hay mucho cambio en la política interna de Estados Unidos en este momento. Sin embargo, a nivel internacional, se siente como más de lo mismo, con tal vez incluso una intensificación de las viejas líneas imperialistas a través del antagonismo actual hacia China. ¿Puedes hablar un poco sobre esto y cómo deberíamos abordar la política internacionalista desde nuestra posición en los Estados Unidos hoy?

SG: Mirar la historia nos da una pista sobre dónde estamos, particularmente cuando consideramos el período pasado de la Guerra Fría y la posibilidad de que nos estemos acercando a una nueva Guerra Fría con China. Hoy, para la clase dominante, desafiar a China es ideológicamente necesario para que Estados Unidos mantenga hegemonía económica, social y política. Es necesario que Estados Unidos persiga sus objetivos imperialistas. Entonces, para ellos, crear una imagen sobre lo que representa China es fundamental. La retórica sinofóbica o anti-china que escuchamos hoy es necesaria, a medida que crece el potencial no solo de las guerras comerciales, sino también de escaramuzas reales en lugares como el Mar de China Oriental. 

Esta batalla ideológica también está presente en la forma en que Occidente enfoca el racismo sobre China, lo cual es completamente absurdo tanto cuando se mira cómo China ha abordado los problemas sociales como cuando se considera el estado de las cosas en este país. Tenemos que examinar estas dinámicas de cerca, especialmente porque la forma en que las entendamos tendrá un impacto en nuestro trabajo político, incluso en las personas que ingresan a nuestros movimientos desde lugares como China y el sudeste asiático. Tenemos que ser conscientes de cómo la política internacional impacta nuestra capacidad para luchar y formar una política independiente en este país. 

He estado leyendo mucho sobre el surgimiento de la China moderna y su camino hacia cierto grado de independencia en el mundo. Tu ves, en los últimos cuatro o cinco años, China es quizás el único país grande que realmente ha reducido la pobreza, incluso en medio de un boom de millonarios chinos. Esa es una dinámica que debemos mirar de cerca. Y, claro, China ha tenido menos de 5,000 muertes por COVID-19, a pesar de que el primer gran brote del virus fue en Wuhan. Eso dice mucho sobre cómo China ha podido lidiar con la pandemia. 

Durante la pandemia, China ha utilizado el poder del estado para llevar a cabo una importante ofensiva de salud pública y decidir cómo la gente va a recibir recursos. Compare eso con Trump e incluso con estos primeros meses de la Administración Biden. Uno podría haber esperado un impulso real bajo Biden en torno a la salud pública. Sí, las vacunas están aumentando y los casos están bajando. Pero, ¿cómo sería si el gobierno hiciera un esfuerzo histórico para entrar realmente en cada comunidad y tocar cada puerta? ¿Cómo sería si nuestro gobierno utilizara sus recursos para hacer de la salud pública la primera prioridad? 

CC: En Estados Unidos tenemos un deber especial en la cuestión del internacionalismo. A veces me pregunto qué tan diferente sería el mundo si en las décadas de 1960 y 1970 el movimiento obrero estadounidense hubiera dirigido algunas de sus enormes arcas a ayudar a los trabajadores del Sur Global a organizar sus propios sindicatos militantes, en lugar de tomar un giro nativista debido a la amenaza de la tercerización (outsourcing). Creo que hoy viviríamos en un mundo diferente.

En este momento, estamos viendo mucha más continuidad que discontinuidad entre la política exterior de Trump y Biden. En general, Estados Unidos avanza sus políticas imperialistas sin cambio. Y creo que lo que Sheilah está señalando sobre China es realmente importante. Esta “nueva” Guerra Fría es realmente el producto de un proyecto de 50 años de cercar económica y físicamente a China con instalaciones militares. Y estas cosas pueden salirse de control muy fácilmente, lo que sería muy malo. No sé cómo más enfatizar esto. 

Gran parte de la base de los ataques estadounidenses a la soberanía china y a la economía china tiene que ver con la defensa de la propiedad intelectual. Uno de los principales impulsores de este conflicto es el intento estadounidense de obligar a China, en el sentido marxista, a pagar renta a los propietarios de la propiedad intelectual. Si Estados Unidos hubiera tenido que pagar rentas de propiedad intelectual a Gran Bretaña durante la Revolución Industrial, nunca se habría industrializado. Robamos al por mayor todas las ideas que pudimos tener en nuestras manos de Gran Bretaña. Parte de lo que estamos viendo hoy es un sabotaje de la escalera económica para garantizar que el próximo país no pueda escalarla como lo hizo Estados Unidos.

Ahora, especialmente en el sector de la tecnología, en lugar de un único estándar global de interconectividad, estamos viendo esta lucha por cosas como 5G que amenaza con dividir el mundo entre las infraestructuras tecnológicas de EE. UU. Y China. Ahora, cada país tendrá que elegir entre los dos, lo que significa una especie de regionalización de la economía global que, si miramos los paralelos históricos, no augura nada bueno. A menudo, cuando eso comienza a suceder, surge un conflicto más directo.

La solidaridad con China en este momento es fundamental. Y debemos decir que no solo China es un país socialista, sino que mucho de lo que sucederá en términos de la lucha por el socialismo en el siglo XXI depende de lo que suceda en China. Tenemos que luchar contra el surgimiento de este lenguaje muy racista y patriotero que no solo justifica el conflicto con China, sino que aviva las llamas de la violencia anti-asiática aquí en casa. Y la fuente de esta retórica y violencia anti-asiática no es Trump y el trumpismo. Es el resultado bipartidista de la política exterior de EE. UU. liderada por el establecimiento, que siempre busca un ogro para justificar sus presupuestos militares de un billón de dólares. Deberíamos criticar esto cada vez que podamos.

NSB: La conversación hasta ahora plantea la cuestión de cómo las y los pobres y desposeídos se relacionan con la política electoral y con cada partido. ¿Cómo la usamos sin que nos use? ¿Cómo la abordamos estratégicamente?

SG: Creo que hay una falta real de comprensión sobre lo que  históricamente representa el Partido Demócrata, y ese malentendido es un impedimento para saber cómo nos involucramos en la política electoral de forma que avance nuestra agenda. ¿Cómo entendemos las maquinaciones, divisiones y polarizaciones entre las partes y por qué están sucediendo? ¿Y qué significa todo eso en cuestión de ser una apertura para nuestra propia política? Si nos mantenemos al margen de la política electoral, nos movemos innecesariamente fuera de donde está o puede estar la acción en el futuro. Este trabajo puede resultar de mal gusto para algunos. Pero, por otro lado, siempre que exista la oportunidad de capturar y promover una verdadera agenda de la clase trabajadora, debemos aprovecharla. 

CC: Muy cierto, Sheilah. En la escena estadounidense, tenemos que rechazar la política de pureza que a menudo vemos en la izquierda. Hacer algo siempre requiere transigir. La capacidad de ceder de manera efectiva significa que se tienen muy claros los objetivos y estrategia. Willie Baptist a menudo dice que la gente estúpida no puede transigir porque transige sus principios, metas y estrategia. Las personas que son claras pueden ceder manteniendo sus principios, y así avanzar su trabajo. 

Nuestra sociedad está experimentando una polarización profunda, con una aceleración de la pobreza y niveles históricos de desigualdad de más de cincuenta años. Cuando tenemos una sociedad que se está polarizando hasta este punto, en términos de quién es dueño de qué, las instituciones comienzan a polarizarse y separarse. ¿Seguiremos organizando la sociedad en torno a los intereses del 1 por ciento? ¿O la organizaremos en torno a los intereses de las y los pobres y desposeídos? Hay una lucha en cada nivel, en cada institución, en todo nuestro país. 

Tenemos que estar presentes en estas luchas. A medida que estas instituciones y los lugares donde vivimos y trabajamos se polarizan, las y los revolucionarios tienen que estar presentes. Y el campo electoral es uno de esos lugares, aunque por supuesto no es el único. Si descuidamos la organización real de la gente y nos centramos únicamente en la organización electoral, estaríamos cometiendo un gran error. El poder político requiere mucho más que ganar elecciones. Por otro lado, no podemos renunciar a la lucha por el poder estatal, lo que ha hecho absolutamente gran parte de la izquierda en Estados Unidos. 

Se están escribiendo una cantidad de libros sobre cómo ganar sin tomar el poder. Pero si no podemos construir poder a nivel estatal, no podremos poner las cosas en el interés de las mayorías. La política de pureza oscurece la relación dialéctica entre reforma y revolución. Tenemos que luchar por reformas, porque en muchos sentidos no hay nada más por qué luchar. A medida que las cosas se polarizan, tenemos que luchar por reformas con una mirada revolucionaria. 

Vea un ejemplo. Bill Gates está en una grotesca carrera por ser el primer billonario del planeta y está bloqueando activamente una vacuna del pueblo. Ahora tenemos que luchar por una vacuna del pueblo. ¿Es esa la revolución? No. ¿Es una pelea que tenemos que hacer? Si. ¿Cómo luchamos por una reforma como esta en el contexto de una mentalidad revolucionaria? Llevando a cabo la lucha por la reforma con miras a identificar y desarrollar líderes entre las filas de los más afectados. Conectando nuestras luchas inmediatas con una visión estructural de cambio a largo plazo. Cuando hacemos educación política junto con actividades prácticas de lucha del día a día, podemos construir un núcleo de líderes y lideresas listos y preparados  para la siguiente batalla. Luchamos por reformas no por las reformas en sí; sino para usarlas para construir una fuerza de combate más fuerte, comprometida con hacer avanzar las cosas. 

Eso es lo que está en juego. Y sí, es complicado. Tenemos que ensuciarnos las manos. No podemos permitirnos un tipo de política que diga que estamos por encima de la contienda. No hay nada revolucionario en eso. Eso es solo política de sillón, no importa lo bien que suene o lo bien que se vea. 

CT: Gracias Chris y Sheilah. Para mí, todo esto es una invitación a seguir estudiando historia y economía, así como a evaluar el terreno para evitar escollos y aprovechar aperturas. Creo que estamos planteando la necesidad real de un debate riguroso, y diciendo que necesitamos una política de las y los pobres y desposeídos que sea independiente de cualquiera de los partidos de la clase dominante y sus propuestas. No solo eso, sino una política que pueda construir poder independientemente de los intereses y manipulaciones de la clase dominante en su conjunto.


Chris Caruso, Ph.D., es un educador popular, organizador/militante comunitario y tecnólogo educativo.

Sheilah Garland-Olaniran creció en Flint, Michigan, EEUU. Cuando era niña participaba en las huelgas con su padre, miembro del Sindicato de Trabajadores Automotores Unidos por 35 años. Sheilah ha militado en todo el país, más recientemente con el Sindicato Nacional de Enfermeras, organizando con enfermeras registradas desde Nevada hasta Florida. Actualmente es miembro del Comité de Coordinación de Illinois de la Campaña de la Gente Pobre: Un Llamado Nacional para el Avivamiento Moral. Ha sido miembro de la junta del National Welfare Rights Union. 

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