Aprendizajes de la lucha de clases de los años 1930 y 40

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por Lenny Brody

Las personas revolucionarias y activistas de Estados Unidos suelen buscar en la década de 1930 aprendizajes sobre la lucha de clases, los métodos de organización y la lucha por el poder político. ¿Cuáles fueron las “victorias” y cuáles las “derrotas” de este periodo? Es importante no limitarse a ver los años 30 como los “días de gloria” de la “buena lucha”. 

Una de las claves para entender la experiencia de las luchas de la década de los 1930 implica comprender el papel que deben desempeñar los revolucionarios dentro de la lucha de clases, y la distinción entre organizaciones de masas y luchas de masas, por un lado, y organizaciones de revolucionarios, por otro. Las organizaciones de masas, por definición, deben tener una base amplia y estar abiertas a todos los que estén de acuerdo con los temas y el programa de la organización de masas. El papel de los revolucionarios en esas organizaciones es mantener la lucha en marcha, al tiempo que llevan a cabo el programa de la organización de masas. A menudo, las fuerzas de la clase dominante o activistas confundidos intentan desviar las luchas de masas de tal manera que acaben en la derrota o la dispersión de la lucha. 

Para que los revolucionarios puedan desempeñar su papel, necesitan pertenecer a una organización de revolucionarios donde puedan resumir la experiencia de la lucha de clases, estudiar las condiciones económicas y políticas a las que se enfrenta nuestra clase y desarrollar un profundo conocimiento de quién es nuestro enemigo y qué busca hacer. Los revolucionarios deben integrarse en las organizaciones de masas, para conocer el estado y la etapa del movimiento de masas; es dentro del movimiento donde pueden encontrar a otros revolucionarios y unirse juntos a una organización de revolucionarios para seguir desarrollándose políticamente. En la década de 1930, los revolucionarios, algunos dentro del Partido Comunista de EEUU (CPUSA) y otros fuera de él, fueron incapaces de desempeñar adecuadamente el papel requerido dentro de la lucha de masas en gran parte porque no lograron comprender plenamente el panorama general de las condiciones políticas y económicas que se estaban desarrollando a su alrededor. 

La crisis económica y política conocida como la Gran Depresión (1929-1939) hizo que el desempleo aumentara hasta el 25 por ciento, que los campamentos de personas sin hogar se extendieran por todo el país y que el hambre y la pobreza alcanzaran proporciones masivas. Los trabajadores y agricultores se vieron obligados a organizarse y luchar por sus necesidades básicas para sobrevivir. Fue durante esta época y en estas condiciones cuando los revolucionarios, incluidos los comunistas, surgieron como muchos de los organizadores clave de estas luchas por la supervivencia. Las condiciones económicas y las luchas de los trabajadores y agricultores condujeron a una serie de reformas, conocidas colectivamente como el New Deal e instituidas por la administración del Presidente Roosevelt. Para hacer frente al desempleo masivo, la Administración de Obras Públicas (WPA) y el Cuerpo de Conservación Civil (CCC) proporcionaron ayuda de emergencia y millones de empleos temporales; la Ley de Recuperación Nacional estableció códigos industriales que regulaban las horas de trabajo, los salarios, el trabajo infantil y la negociación colectiva; se establecieron programas agrícolas, incluidos subsidios en efectivo; y la Ley Wagner de 1935 reforzó la organización sindical y el nuevo Consejo Nacional de Relaciones Laborales reguló las normas del lugar de trabajo. 

Por un lado, estas reformas, conseguidas mediante una lucha heroica y militante, fueron consideradas por muchos como importantes victorias de la clase obrera que obligaron a la clase dominante a hacer concesiones significativas a través del New Deal. Por otro lado, la clase dominante vio estas concesiones como un medio para detener nuevas acciones revolucionarias que podrían haber amenazado su control político y su dominio de clase. No cabe duda de que muchas de las reivindicaciones inmediatas conseguidas por los trabajadores en los años 30 fueron de gran importancia en su lucha por sobrevivir a las condiciones de vida amenazantes de la época. Sin embargo, lo que faltó fue una comprensión colectiva de que esas luchas debían sentar las bases para la completa independencia política de la clase obrera, a través de la educación política y, finalmente, de un partido de masas de la clase obrera. En lugar de ello, estas luchas acabaron sentando las bases para el fortalecimiento y la consolidación del poder por parte del sector dominante de la clase capitalista, y para las futuras derrotas de la clase obrera.

La “buena lucha” sin una orientación estratégica conduce inevitablemente a la manipulación de la lucha de la clase obrera por la clase dominante. Es imposible tener una perspectiva estratégica sin saber quién es nuestro enemigo y cómo intenta manipular la lucha de clases.

En diferentes periodos de la historia estadounidense, diferentes sectores de la clase capitalista han llegado a dominar la gestión del país. Desde que se fundó los EEUU hasta la década de 1850, el capital esclavista era dominante. Desde mediados de 1800 hasta principios de 1900 dominaron el capital ferroviario, financiero e industrial. En los primeros años de la década de 1900, los industriales, propietarios de las grandes fábricas, pasaron a controlar la política de Estados Unidos. 

Durante la década de 1930 y la Segunda Guerra Mundial, el sector financiero internacional (Wall Street) de la clase dominante se hizo dominante. Fue durante este periodo cuando la lucha entre el sector industrial de base nacional de la clase capitalista y el sector financiero en ascenso influyó en las condiciones políticas y dio forma a las luchas políticas. El sector industrial, históricamente más vinculado al Partido Republicano, estaba en competencia directa con el ascendente sector financiero internacional, vinculado a Roosevelt y al Partido Demócrata. (Véase “Industrial Conflict and the Coming of the New Deal: The Triumph of Multinational Liberalism in America” de Thomas Ferguson, en “The Rise and Fall of the New Deal Order” de Steve Fraser y Gary Gerstle).

Fue durante la década de 1930 cuando el Council on Foreign Relations (CFR), el Consejo de Relaciones Exteriores, comenzó a emerger como el think tank dominante y el innovador político de Wall Street. Hoy, el CFR está dirigido directamente por miembros de la clase capitalista. Lo mismo ocurría en la década de 1930. El ejemplo más claro fue el liderazgo de David Rockefeller, que era Presidente y Director General de Chase Manhattan Corporation. Fue miembro del Consejo de Administración del CFR de 1949 a 1985, Presidente del Consejo de 1970 a 1985 y Presidente Emérito desde 1985 hasta su muerte en 2017. En la actualidad, el CFR cuenta con 170 miembros corporativos, incluidos más de 30 miembros corporativos internacionales. Hay otros 5.000 miembros que proceden de la clase capitalista y de expertos y líderes que ellos han seleccionado. Para ser miembro, uno tiene que ser nominado por los miembros actuales. (Ver “Wall Street’s Think Tank” de Larry Shoup)

En general, los revolucionarios de los años 30 no reconocieron la importancia de la lucha por el poder político que se estaba librando entre los financieros internacionales y el sector industrial de la clase dominante. En las luchas de clases de los años 30, los revolucionarios fueron incapaces de organizar una base políticamente independiente. En su lugar, dirigieron estas luchas principalmente en relación con el Partido Demócrata, apoyando sin querer a Wall Street en sus batallas con los industriales. En el proceso, Roosevelt y su coalición del New Deal recibieron un apoyo incondicional. Los revolucionarios siguieron a los retrógrados “líderes” sindicales del Congress of Industrial Organizations (CIO), el Congreso de Organizaciones Industriales, que según estos revolucionarios no estaban “convencidos” de la necesidad de apoyar acciones políticas independientes. En parte, fue su falta de estudio y comprensión de las condiciones económicas y políticas a las que se enfrentaban lo que permitió este fracaso.

En aquel momento, en todo Estados Unidos, había una serie de luchas de la clase obrera que se acercaban a la independencia política. En California, el escritor radical Upton Sinclair ayudó a organizar casi 800 clubes EPIC (Eliminar la Pobreza en California). Pero el presidente Roosevelt se negó a apoyar a Sinclair para gobernador, a pesar de que era el candidato del Partido Demócrata, y los revolucionarios no consiguieron utilizar la base de los clubes EPIC para construir un partido independiente de la clase trabajadora. Mientras tanto, en las zonas agrícolas del medio oeste crecían partidos granjero-laboristas en varios estados. Y en las fábricas y comunidades urbanas, los trabajadores libraban luchas militantes. Sin embargo, demasiados revolucionarios bloquearon estos impulsos independientes y, en el proceso, fortalecieron al Partido Demócrata de la clase dominante. En Minnesota, los comunistas incluso dirigieron la disolución del Partido Granjero-Laboral al fusionarse con el Partido Demócrata.

En todo el mundo, los revolucionarios luchaban por encontrar su camino en la lucha contra la depresión económica y el peligro político del fascismo. En 1935, Georgi Dimitrov, Secretario General de la Internacional Comunista, instó a “que los intereses del proletariado estadounidense exigen que todas sus fuerzas se disocien sin demora de los partidos capitalistas”. Y, “que en las condiciones americanas la creación de un partido de masas de trabajadores, un ‘Partido de Obreros y Agricultores’, podría servir como tal forma adecuada.” (Véase “La ofensiva fascista y las tareas de la Internacional Comunista”, Georgi Dimitrov.) El CPUSA rechazó esta orientación.

A principios de la década de 1930, el CPUSA se había convertido en una fuerza dominante dentro del movimiento insurgente de los trabajadores, con dirigentes del partido activos en todo el país. Pero a finales de los años 30, el CPUSA empezó a desmantelar aspectos de su partido. La dirección abolió las “fracciones” o caucus de miembros del partido dentro del movimiento obrero. En 1944, los dirigentes del CPUSA decidieron que ya no había necesidad de un partido comunista. Disolvieron el CPUSA y formaron la “Asociación Política Comunista”. La perspectiva política era que el Partido Demócrata de Roosevelt y el sector “progresista” de la clase capitalista podían y debían dirigir a la clase obrera estadounidense. Al cabo de un año, bajo la presión del movimiento comunista internacional, se restableció el CPUSA. 

El amargo fruto de estos errores de los líderes de las luchas de la clase obrera de los años 30 se hizo evidente a finales de los años 40. Todos los sindicatos estadounidenses habían sido purgados de comunistas y otros radicales. Todos los sindicatos estadounidenses habían sido purgados de comunistas y otros radicales. Prácticamente todos los sindicatos tenían una cláusula en sus estatutos que prohibía a los comunistas afiliarse al sindicato. La dirección del Partido Comunista había disuelto el aparato del partido en el sur de Estados Unidos y en Puerto Rico, abandonando la actividad política en estas importantes zonas. En la década de 1950, el “macartismo”, una campaña anticomunista masiva de la clase dominante, se extendió por todo el país. Uno de los resultados de las heroicas, pero limitadas, luchas de los años 30: el CPUSA y otras organizaciones revolucionarias fueron prácticamente destruidas. El Partido Demócrata, un partido de la clase dominante, emergió como la dirección de los sindicatos y las organizaciones de masas de la clase obrera.

Uno de los errores más graves que pueden cometer los revolucionarios es no entender quién es el enemigo. El hecho de que un sector de la clase dominante, el ala financiera (Wall Street), adoptara posiciones progresistas en la lucha contra los conservadores y los fascistas en EEUU llevó a los revolucionarios a perder de vista el hecho de que Wall Street es un sector de la clase dominante, y un enemigo de la clase obrera. Esto no quiere decir que los revolucionarios nunca deban comprometerse con los elementos de la clase dominante. Pero el compromiso de principios es imposible sin un conocimiento profundo del enemigo con el que se está comprometiendo. Esta falta de comprensión de que el Partido Demócrata era un partido de la clase dominante, y la negativa de los revolucionarios a ver la necesidad de la independencia política de la clase obrera y de un partido de masas de la clase obrera, contribuyeron a las derrotas de finales de los años cuarenta y cincuenta.

Además, debemos señalar que aunque en los años 30 los revolucionarios y los comunistas fueron los luchadores más activos en la batalla para organizar sindicatos, contra los desalojos y en otras luchas, tenían ciertas limitaciones. Joseph Starobin, historiador y antiguo miembro del CPUSA, escribe: “Los comunistas habían tomado la línea de menor resistencia. Había surgido una brecha entre su capacidad para obtener posiciones de liderazgo en grandes organizaciones y su capacidad para construir dentro de esas organizaciones un sólido cuerpo de izquierdistas. Había resultado más fácil convertirse en líder de “masas” que construir una “base de masas”. (Véase “American Communism in Crisis, 1943-1957” de Joseph Starobin) Fue en estas condiciones, en las que los líderes comunistas no construyeron una red de revolucionarios dentro de las organizaciones de masas, cuando fue relativamente fácil para la clase dominante calumniar y purgar a los comunistas de los sindicatos y organizaciones de masas. 

Hoy en día, los comunistas y revolucionarios se encuentran ante unas condiciones económicas y políticas muy complejas. Es imposible participar en las luchas de clases emergentes sin un conocimiento profundo de quién es el enemigo y cuál es su estrategia. Esto exige una red colectiva de cuadros revolucionarios formados que puedan ayudar a proporcionar liderazgo dentro de los movimientos de masas de nuestra clase. La globalización del capitalismo está conduciendo cada vez más hacia el surgimiento de una clase global de pobres y desposeídos enfrentada a una clase de capitalistas globales. Dentro de los EE.UU., los representantes del capital global están en batalla con una sección “populista” reaccionaria de la clase dominante (Trump y MAGA). Los capitalistas globales “liberales” están organizando un frente unido “progresista”, bajo su liderazgo, para luchar contra los populistas de derecha. En varias ocasiones en la historia, nos encontramos con que la clase obrera es arrastrada a una pelea con una sección de la clase dominante (los populistas), y en lugar de luchar en su propio interés, terminan “luchando contra el enemigo de su enemigo”, o “uniéndose para luchar contra la derecha.”

Hoy, el Partido Demócrata está perdiendo su capacidad de controlar a los estadounidenses pobres y sin propiedades. Las diferencias dentro del Partido Demócrata son cada vez mayores. Está empezando a surgir el potencial de un partido que represente a los sin propiedades. En estas condiciones políticas, la forma en que luchamos para sentar las bases de la independencia política de nuestra clase, y cómo sabemos cuándo entrar en compromiso con nuestro enemigo de clase, no puede lograrse sin un núcleo de cuadros revolucionarios políticamente formados. Sin este núcleo de revolucionarios, nuestra clase puede muy bien acabar enfrentándose a la misma situación a la que nos enfrentamos en los años 50.

Lenny Brody has been politically active since the early 1960s. During the mid-1960s he was a volunteer with the Southern Christian Leadership Conference, the civil rights organization led by Dr. Martin Luther King, Jr. in South Carolina. As part of his activities in protest of the Vietnam War he refused induction into the Army. He was a founding member of the Communist Labor Party and has studied economics and theories of political change while continuing his political activism. Currently he is one of the coordinators of the University of the Poor Think Tank and a member of the University of the Poor Journal Editorial Committee.

Lenny Brody ha estado activo políticamente desde la década de los 1960. Durante esa década fue voluntario con la Southern Christian Leadership Conference, la organización de derechos civiles dirigida por el Revdo. Dr. Martin Luther King, Jr. en South Carolina. Como parte de sus actividades de protesta de la guerra en Vietnam, se negó a participar en el Ejército. Fue miembro fundador del Communist Labor Party y ha estudiado la economía y las teorías del cambio político en lo que milita políticamente. Actualmente es uno de los coordinadores de la University of the Poor Think Tank y participa con la revista de la University of the Poor.

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