¿Guerra cultural o guerra de clases?

Cómo el movimiento antitrans nos amenaza a todes

Por Moses H.M. and West McNeill

Dónde estamos

En los últimos años, parecía que la visibilidad y los derechos del colectivo LGBTQ+ avanzaban a paso firme. La visibilidad de las personas trans y queer llegó a los medios de comunicación y a la cultura dominante, las empresas se unieron a los desfiles del Orgullo, programas de televisión como Pose, RuPaul’s Drag Race y Transparent se convirtieron en los favoritos del público y los preferidos de la crítica, y el acceso a la educación sobre género y sexualidad alcanzó un nivel sin precedentes. Cuando surgieron amenazas de proyectos de ley potencialmente perjudiciales, como la “Ley de Baños” de Carolina del Norte (HB2) de 2016, la reacción pública fue significativa, incluyendo el boicot de la NCAA al estado para los torneos de baloncesto universitario.

Sin embargo, en los últimos años se ha producido un cambio significativo. 

Ya en 2024, la ACLU está dando seguimiento a más de 500 leyes anti-LGBTQ en las legislaturas estatales. En 2023 se presentó la cifra récord de 510 proyectos de ley anti-LGBTQ en Estados Unidos, 84 de los cuales se convirtieron en ley.

Entre ellas:

  • 17 estados han aprobado leyes que afectan a las escuelas y la educación, como impedir que les niñes trans participen en los deportes escolares, impedir la educación sobre el género y la sexualidad y restringir el uso de los pronombres y los nombres elegidos por les niñes.
  • El siguiente mapa de la Campaña de Derechos Humanos muestra las restricciones en la atención a la afirmación de género para niñes; se estima que más de un tercio (39%) de jóvenes trans viven en un estado que ha restringido el acceso a la atención.
  • Algunos proyectos de ley son alarmantes por su gravedad y por no tener precedentes, como el SB 254 de Florida, que concede a los tribunales la custodia temporal de emergencia de les niñes trans que han recibido atención de afirmación de género.

Sin embargo, a pesar de esta oleada masiva de legislación y retórica antitrans, no ha habido una verdadera acción coordinada contra este cambio cultural. La gente y las organizaciones han aprovechado la oportunidad para convertir en chivos expiatorios a las personas de la comunidad LGBTQ+ en casi todos los espacios, ya sea en campañas publicitarias, en el sustento de jóvenes trans y en disputas públicas sobre las bibliotecas públicas.  El presidente Biden ha reconocido el aumento de los proyectos de ley antitrans y pronunció una declaración sobre la muerte de Nex Benedict, pero no se ha tomado ninguna medida federal para detener o frenar estos proyectos de ley. El apoyo público, especialmente en lo que respecta a los proyectos de ley dirigidos a jóvenes trans y no binarios, ha estado dividido. Las principales organizaciones trans, como Trans Lifeline, que antes estaban protegidas financieramente y eran resistentes, han sufrido despidos masivos y pérdidas de ingresos debido a que el patrocinio corporativo y el capital se han alejado de estas organizaciones. 

Es difícil exagerar la devastación que la aprobación de estos proyectos de ley tiene sobre jóvenes trans y no binarios, los adultos y las familias. Hoy en día, les niñes son más conscientes de su identidad de género y de los servicios médicos o emocionales que podrían estar a su disposición para la transición, sólo para que se les retiren estos servicios y para ser el blanco de una retórica de odio y de alarmismo. 

La historia del “odio” antitransgénero

Nuestro estudio de la historia revela que el enfoque de “divide y vencerás” de la clase dominante es una de sus estrategias más antiguas. Una y otra vez, la clase dominante ha separado a la clase trabajadora basándose en nuestras diferencias, y una y otra vez, esta estrategia ha funcionado.  El “debate” sobre la vida trans no es diferente. Actualmente, nos encontramos en medio de una crisis económica, política y climática. Ningún segmento de la clase dominante tiene soluciones reales para estas crisis. En su lugar, ofrecen chivos expiatorios como causa de nuestras diversas crisis. Esto se manifiesta de diferentes maneras para los distintos sectores de la clase dominante. Tomemos, por ejemplo, el aumento de la legislación, las campañas, la violencia y la retórica antitrans. Este reciente aumento de los ataques contra jóvenes trans y no binarios no es un accidente, sino que forma parte de un esfuerzo coordinado, bien financiado y organizado por un sector reaccionario y populista del capital. Este sector de la clase dominante representa el capital de orientación más nacional -como el “fracking”, el sector inmobiliario, los hoteles y la distribución de alimentos- y, como maniobra política, este sector del capital se ha alineado con organizaciones y redes nacionalistas cristianas blancas. 

Como ha documentado Imara Jones de Translash Media, el movimiento antitrans puede encontrar su primera iteración dentro de estas redes, empezando por Focus on the Family y James Dobson. Focus on the Family es una organización protestante fundamentalista fundada en 1977, y fue una fuerza importante en la promoción de la terapia de conversión temprana y la ideología y el movimiento ex-gay. Sin embargo, tras la decisión de la Suprema Corte de 2015 que legalizó el matrimonio homosexual, el movimiento tuvo que cambiar de táctica. Tony Perkins, miembro del Family Research Council (una rama de Focus on the Family), identificó el tema trans, especialmente la idea de proteger a les niñes de las personas trans, como un tema ganador para movilizar a segmentos clave de votantes. En octubre de 2019, “The Summit on Protecting Children from Sexualization”, organizada por otra rama de Focus on the Family, la Family Policy Alliance, ayudó a lanzar el trabajo sobre el movimiento antitrans, incluida la redacción de la primera legislación antitrans en esta conferencia. Desde entonces, la cantidad de esta legislación se ha disparado.  

No hay nada orgánico ni innato en el odio que producen la legislación y las campañas antitrans. La historia de este movimiento demuestra que los mensajes y las políticas antitrans han sido una estrategia de éxito de un poderoso sector de la clase dominante financiado por ricos actores nacionalistas cristianos como la National Christian Foundation, la Familia DeVos y el Council on National Policy. En reuniones públicas y privadas, estas organizaciones benéficas e individuos multimillonarios deciden quién recibirá financiación, y coordinan encuestas y grupos de discusión para identificar temas que puedan movilizar a electores clave para manipular a nuestra clase (a través de líneas divisorias como la raza y la geografía) y movilizar a la gente hacia grupos neofascistas, o movimientos populistas y reaccionarios.  

El chivo expiatorio divisivo va en múltiples direcciones. Al mismo tiempo que se dice que las personas trans son las creadoras de una ideología de género violenta y peligrosa, y la fuente del decadente orden social del mundo, podemos caer en el error de culparles a ciertos sectores de nuestra clase -en este caso, principalmente a las personas rurales blancas- y asumirlos como los creadores de una retórica y unas políticas homófobas y transfóbicas devastadoras y violentas. Pero en realidad, todas estas narrativas e ideas han sido elaboradas y propuestas por multimillonarios cuyo único objetivo es separar a nuestra clase por todos los medios posibles.

Otro sector del capital -que representa al capital más orientado internacionalmente (como Big Tech) y está respaldado por think tanks como el Council on Foreign Relations (CFR)- ha identificado y respondido a estas maniobras políticas. Este sector del capital tampoco tiene una solución real a las crisis económicas o políticas actuales, pero puede utilizar las guerras culturales en curso para promover sus propios programas políticos y económicos que, en última instancia, benefician a la clase dominante. Tomemos como ejemplo un artículo del CFR de octubre de 2023 titulado “Por qué los ataques anti-LGBTQ son importantes para la democracia”. Enmarcado como una lucha por la democracia, el CFR reconoce la estrategia reaccionaria del sector populista de la clase dominante:

“En algunos casos, la retórica homófoba y transfóbica se utiliza como parte de una estrategia electoral populista para atraer a los votantes conservadores y religiosos. En otros casos, la desinformación sobre las personas LGBTQI+ se utiliza para desviar la atención de las crisis sociales y económicas internas o de la corrupción arraigada. La amenaza fabricada de la llamada ideología de género ha sido utilizada tanto por los movimientos conservadores como por los autoritarios para enmarcar la defensa del colectivo LGBTQI+ y del feminismo como esfuerzos impuestos desde el exterior para subvertir las normas familiares y de género tradicionales.”

Para contrarrestar la maniobra política reaccionaria, el CFR continúa explicando que la aceptación e inclusión de las personas LGBTQ+ podría reportar beneficios tanto económicos como políticos en todo el mundo, vinculando a los países que las aceptan con un PIB más alto y una mayor libertad democrática. En el párrafo final, el CFR hace referencia a un memorando presidencial firmado por el presidente Biden en 2021 para promover los derechos humanos de las personas lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, queer e intersexuales en todo el mundo. Este memorando presidencial sitúa la promoción y protección de los derechos LGBTQ+ como una preocupación primordial de la política exterior estadounidense, situando la “protección” de los derechos LGBTQ+ en todo el mundo por parte de Estados Unidos como parte de la estrategia más amplia de la política exterior estadounidense de “defender la democracia” en todo el mundo.  

Sin embargo, en los Estados Unidos, ¿qué protecciones se han proporcionado a las personas LGBTQ+ pobres y trabajadoras?  Los recortes de Medicaid que fueron acordados por ambos partidos y firmados por el presidente Biden, han eliminado a más de 20 millones de estadounidenses de la asistencia sanitaria y han cortado el acceso a la atención y el tratamiento de afirmación de género que salvan vidas para les estadounidenses trans y queer.  Los primeros datos de la Encuesta sobre Transexualidad en Estados Unidos de 2022 mostraron que casi un tercio (30%) de las 92.329 personas encuestadas había experimentado la falta de vivienda en algún momento de su vida, mientras que la tasa de desempleo de personas encuestadas era del 18%, y más de un tercio (34%) de las encuestadas se encontraba en situación de pobreza. La realidad es que este sector del capital no tiene ninguna solución real -ni interés- en mejorar la vida de las personas trans y queer pobres y trabajadoras. En su lugar, la clase dominante puede cooptar estas luchas por la liberación queer y trans para sembrar aún más líneas de división entre trabajadores, tanto a nivel nacional como internacional. 

Hacia dónde vamos

El aumento de la legislación antitrans no es un ataque aislado contra un grupo marginado de personas, sino que forma parte de una estrategia más amplia de la clase dominante para dividir a la clase trabajadora basándose en mentiras, alarmismo y enfatizando nuestras diferencias en lugar de nuestras realidades compartidas. A través de la Freedom Church of the Poor, un grupo de líderes queer y trans de la Universidad de los Pobres formó un Grupo de Análisis Queer y Trans para estudiar el auge de los movimientos antitrans y anti-queer y la respuesta y estrategia de nuestro movimiento para combatirlo. Hemos empezado a investigar el auge de este movimiento antitrans, el análisis de las Escrituras Sagradas sobre las personas queer y trans, y la rica historia de la gente pobre organizando a les pobres dentro del movimiento de liberación LGBTQ+. Este artículo es una síntesis de las reuniones de análisis en curso de este grupo, y parte de una clase que impartimos en el Campamento de Verano de Educación Política de la Campaña de la Gente Pobre del Estado de Nueva York en agosto de 2023. 

Nuestro estudio inicial de este movimiento ha iluminado la necesidad de que aprendamos y produzcamos nuestra propia concepción de la liberación de género. Una que eleve el poder y la fuerza de nuestras identidades, al tiempo que, en última instancia, nos sitúe dentro de la lucha revolucionaria más amplia de acabar con el capitalismo global de una vez por todas. No tendremos verdadera libertad como personas queer y trans hasta que nos liberemos del capitalismo. Y para ser libres, debemos unirnos con la clase trabajadora de todo el mundo y por encima de las líneas de división, superando las falsas narrativas creadas que intentan mantenernos separades. 

Como tal, esperamos publicar otro artículo próximamente, que se centrará en las raíces e ideología de la clase trabajadora del Movimiento de Liberación Gay de la década de 1960, sus líderes de la clase trabajadora, y la cooptación final de este movimiento por la clase capitalista.

Moses H.M. es miembro de la Universidad de los Pobres y se organiza con el Ejército No Violento de Medicaid y la Unión Nacional de los Sin Casa. Enseña arte dramático, desarrolla programas para jóvenes y adultos jóvenes trans y no binarios, y forma parte del personal pastoral de la Church of the Common Ground de Atlanta, GA.

West McNeill es Director Ejecutivo de la Labor-Religion Coalition of New York State y miembro del Comité Coordinador de la Campaña de la Gente Pobre del Estado de Nueva York. Es pastor en la Iglesia Unida de Cristo y tiene más de una década de experiencia organizando con organizaciones comunitarias, religiosas y sindicales.


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